La ligereza de unas vacaciones en la Polinesia Francesa, lejos de todo lo que es el frenesí. Moorea expresa la libertad y la evasión combinando el frescor entre la sal y la lima con el brillo del neroli. Un precioso ramillete de tiaré e ylang-ylang confiere intensidad y magnetismo a esta fragancia floral con matices exóticos.
DIARIO DE MOOREA
La voz del mar es anfitriona de pensamientos, testigo de recuerdos traídos a la orilla por la brisa. A veces, las sensaciones hundidas salen a la superficie con la marea alta para acariciar nuestra mente como la sal se posa en la piel. Cada grano de arena se ha levantado del abismo y vuelve a brillar. Un rayo brillante escribe el renacimiento en mi alma mientras el horizonte de cielo y mar se funde con el azul infinito.
El Sol se pone lentamente, baja a tus ojos azul cobalto y roza tu piel con un beso. Eres luz sobre el agua, iluminas la playa vacía y ya no sé si estoy observando tu belleza o comprendiendo su esencia más oculta. Aquí no hace falta nada superfluo, sólo hace falta una sonrisa y sus colores para elevar nuestros pensamientos y hacerlos más ligeros.
El espíritu de la libertad es ruidoso, grita alegría y huele a ligereza. Llevas su aroma con tus queridas flores blancas, esos pétalos tan brillantes y tan narcóticos que te rodean mientras te bañas. Tiaré entre tus cabellos sin olvidar el Narciso que te conecta con tu jardín, tu amada tierra que siempre llevas contigo. Transformas tu piel en un velo voluptuoso y te conviertes en una presencia magnética, un aura hipnótica que camina por las costas de Moorea. En esa pequeña bahía a la que solíamos ir, no podemos dejar de respirar la brisa de la inmensidad y admirar el retrato idílico del que formamos parte.
Sólo hay que quedarse.
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