En febrero, en el sur de Francia, en las colinas de Tanneron, cerca de Grasse, florecen las mimosas. Su soleado color amarillo dorado se extiende hasta donde alcanza la vista, y sus pequeñas flores aterciopeladas perfuman el aire con notas delicadamente melosas.
Elija una vela y luego emparéjela con otra para descubrir su inesperada alquimia olfativa, que parece reinventar cada aroma mientras crea un tercero.
Dúo de mimosa y violeta: una historia de la perfumería. La violeta es una de las “flores silenciosas” cuyo principio aromático no puede extraerse. En el siglo XIX, para dar una dimensión floral y empolvada a la nota, los perfumistas añadieron el extracto natural de mimosa.
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La primera vez que enciendas una vela perfumada, déjala arder durante dos o tres horas hasta que toda la cera de la superficie se haya vuelto líquida.
Recorta la mecha regularmente con el recortador de mechas especial (longitud ideal: 3-5 mm)
Al apagar la vela, comprueba que la mecha esté en posición vertical y centrada.
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