Eterno recuerda el olor de un bosque de pinos quemados por el sol. El olor del bosque y de las resinas que calientan infunde un sentimiento de pertenencia, de protección. Un refugio virgen. Una sensación de hogar.
DIARIO DEL ETERNO
El bosque se cierra sobre mí, susurrando su aliento a través de sus ramas y ocultándome del sol. El cielo se cubre de madera y resinas, escudo impenetrable, protegiéndome y aislándome del mundo. Hay un refugio, en una dirección desconocida, suspendido en el infinito.
Una puerta a la seguridad y a la comprensión, abierta de par en par en una tierra de renacimiento sin tormentas. El tiempo deforma el espacio y la materia, pero tú permaneces intacto y resistes indemne porque eres refugio eterno de recuerdos inmortales. Nadie sabe de qué está hecho mi sueño: es la misma sustancia que vive en un pensamiento inocente como la belleza. Así que cierro ese pensamiento en la habitación de la vida, caja de espejos, donde mi sentimiento se refleja sobre el infinito.
Declino lentamente y me desvanezco en el vacío. Me entrego a la oscuridad de mi hogar, morada de pertenencia donde me siento custodiado y guardián. Un muelle secreto para cualquier carta náutica, para poder esconderme yo también. No todos los viajes insinúan su destino, pero, en su devenir, pueden llevarte al sur de ti mismo.
El sentido de mi caminar, de mi viaje… Un camino en el bosque de un desierto, a la sombra de un color que no distingo. Ocho mis pasos, ocho mi número, símbolo del infinito, preludio del retorno.
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